Ana Julia dejó completamente abiertas las ventanas, contraventanas y persianas por las que cayó su hija
La hija de Ana Julia Quezada se mató cayendo desde un séptimo piso porque las ventanas, contraventanas y persianas estaban totalmente abiertas en el cuarto de juegos de los niños y una mesa permitía escalar con total facilidad hacia el hueco abierto al vacío. Todo ello, teniendo en cuenta que la niña se mató cuando tenía tan sólo cuatro años y su hermana pequeña tenía dos.
Así da constancia el informe ocular del agente que investigó lo ocurrido el 10 de marzo de 1996 en el camino de la Casa de la Vega, 41, en Burgos. Allí murió la primera hija de la asesina del pequeño Gabriel Cruz, de 8 años, en Las Hortichuelas (Níjar, Almería). OKDIARIO reproduce hoy en exclusiva este informe policial.
Es más, las dobles ventanas —separadas por una cámara intermedia de 30 centímetros— eran correderas. Es decir, que cuando una mitad está abierta, la otra tiene que estar cerrada. Y la mitad que estaba abierta era justo la que tenía delante una mesa por la que se podía escalar hasta la ventana sin dificultad alguna.
El texto del informe ocular relata perfectamente lo encontrado al llegar al lugar de la muerte: “Personado en dicho lugar el funcionario actuante observa lo siguiente. En el interior del patio de luces del inmueble mencionado al que se accede desde la vivienda del piso primero se encontraba el cuerpo sin vida de una niña de corta edad en posición decúbito supino y con las piernas y brazos abiertos y flexionados y vistiendo un pijama de color blanco con rayas de color rosa”.
El cuerpo estaba postrado “a unos 3 metros de la pared y en la vertical de la ventana que se hallaba abierta en el séptimo piso». A su lado se encontraba “un muñeco de peluche azul con forma de un ciempiés”.
“Se realiza una inspección ocular en el domicilio de la niña, situado en el séptimo piso letra C en presencia de su padre adoptivo Miguel Angel Redondo Domingo, no hallando nada anormal tanto en el dormitorio, como en la habitación de juegos, desde cuya ventana se precipitó al patio”.
Eso sí, el agente dejó constancia de lo que pudo ser una letal circunstancia: “Arrimada a la ventana del cuarto de juegos, se encontraba una mesa de niños, de 43 cm de alto y de 40 × 45 cm de base, desde la que, al parecer, se subió a la ventana”.
Pero la cadena de fatales circunstancias fue aún mayor. Porque “la ventana es de tipo corredera de aluminio y doble, teniendo 30 cm de espacio entre una y otra. Se halla a 80 cm del suelo, y sus medidas son 1 m 35 cm de alta por 1 m 40 de ancho, teniendo sus hojas 70 cm”. Y “se hallaban abiertas casi en su totalidad las hojas derechas, correspondientes al lugar donde estaba situada la mesa de juegos, y la persiana estaba subida casi hasta arriba”.
Es decir, que todo estaba en condiciones perfectas para que una niña pequeña pudiese atravesar sin obstáculos hasta caer al vacío.
Además, el agente aclara en su informe ocular que, tras preguntar por las horas a las que los padres dejaron de vigilar a las pequeñas, detectó que el marido se había ido a dormir “sobre las 22.30”, “sin saber a qué hora se acostarían sus hijas y la madre, toda vez que él lo hizo el primero”.
No se llegó a saber la hora a la que la madre acostó a las niñas porque “no se pudo obtener información de la madre por sufrir una fuerte excitación nerviosa”.
Así, el entonces marido de la asesina de Gabriel Cruz se encontró muerta a la primera hija con las ventanas abiertas del 7º piso y a las 7.30 horas de la mañana. El marido no tardó en reaccionar: “Acto seguido y puestos en contacto con el padre de la finada que se encontraba en el piso primero del inmueble éste manifiesta. Que sobre las siete 30 horas del día de hoy y cuando se ha levantado se ha asomado a la habitación de las mismas comprobando que la mayor no se encontraba en la cama, por lo que se ha dirigido a la habitación contigua, que es la destinada al cuarto de recreo de las niñas, observando que la ventana, que es de doble hoja y que da acceso al patio interior de la vivienda, se encontraba abierta y junto a la ventana que está situada del suelo a unos 90 cm junto a la pared, una mesita de unos 40 cm de altura de color blanco por la que se asomó viendo como su hija se encontraba tendida en el suelo del patio”.
El marido se había convertido en padre adoptivo de la niña y manifestó que tres semanas antes, Ana Julia se la encontró desvanecida cuando fue a despertarla para ir al colegio y que tuvo que ser trasladada urgentemente al hospital, quedando ingresada en aquel momento, sin detectar nada extraño en la salud de la menor.
Un funcionario de la Policía Científica se personó en el lugar de los hechos para investigar lo ocurrido pese a lo que los agentes no pudieron certificar la hora a la que se pudo acostar la niña y la madre porque no llegaron a tomar declaración a Ana Julia.